ALACALLE
¡A la calle…! Curiosa expresión esta, y temida, pues es el imperativo de una expulsión que se ancla en los temores infantiles, colegiales; aunque ese destino no fuera exactamente “la calle”, como vía pública, sino el pasillo aledaño, la exclusión del ámbito conocido del aula significaba el confinamiento a un lugar simbólico fuera del grupo, como un destierro. Andando el tiempo, cambian los escenarios, pero “la calle”, dentro de la misma sentencia, parece seguir conservando esa cualidad de desahucio, de condena a lo desconocido.
¿Por qué entonces llamar así a una exposición? A LA CALLE! ocurre en un momento crucial para sus protagonistas: la condición fundamental para participar es estar cursando el último año del Grado en Bellas Artes, en una de sus asignaturas obligatorias: Proyectos Escultóricos. Es posible que cada estudiante haya soñado alguna vez con el tiempo presumiblemente feliz de graduarse, y con ello, acabar con las noches interminables de trabajo, con la angustia y la incertidumbre de los exámenes, con las prisas, con el peso de los apuntes, de los lienzos, del barro… Y sin embargo, cuando ya casi se está alcanzando la meta, cierta sensación de vértigo, de vacío, quizás de decepción, acompaña a estas últimas creaciones, como si los cuatro años de trabajo no hubieran sido suficientes para aprender lo necesario; como si unido al luminoso horizonte de marcharse estuviera el miedo a no saber muy bien el camino, como si acabar viniera aderezado con cierta dosis de desarraigo inevitable. Así, la expresión tiene mucho de ironía y algo de paradoja. Necesariamente los/as artistas que presentan aquí sus obras van a salir de la burbuja universitaria, que con sus luces y sus sombras, ha ofrecido un refugio seguro a cada uno/a de ellos/as; y habrá en ellos/as el deseo de abrirse camino, pero paralelamente cierto temor de abandonar su abrigo. Pero quiénes hemos trabajado con ellos/as sabemos de qué son capaces, de que pueden llegar tan lejos como quieran, de que ya son perfectamente autónomos/as.
Así, la paradoja los expulsa, como si ya no debieran estar más aquí, pero en ese aparente despido no hay rechazo sino justamente lo contrario: es el momento de mostrar todo lo que son, y el mismo ámbito que les empuja fuera, les hace reconocer sus recursos. De este modo, los/as artistas de A LA CALLE! no son sólo artistas, también se convierten en gestores, y trabajan cubriendo todas las necesidades que surgen en torno a una exposición, que en esta tercera edición, además es de una envergadura más que considerable. Más de un centenar de expositores en cinco escenarios diferentes: Patio del Ayuntamiento, Casa del Rey Soler, Casa de San Matías 11, Cuarto Real de Santo Domingo y Auditorio Manuel de Falla. Muchas funciones que requieren tiempo y dedicación para organizar cada espacio con coherencia, para hacer llegar las obras a su destino correctamente, para mostrarlas en plenitud; es necesario diseñar la publicidad, difundir en redes, editar este catálogo. Pero estos/as artistas parecen retroalimentarse unos/as de otros/as, de sus procesos y del entusiasmo colectivo, un motor que no se detiene ante las dificultades sino que parece funcionar con más energía para buscar soluciones entre todos/as. Es muy emocionante verles trabajar juntos/as, llegar a acuerdos, dar un paso adelante ante una necesidad…, y que me permitan participar de todo ello.
Pero, como ya se ha apuntado, no solo asistimos a una paradoja, sobre todo promueve a un conocimiento a partir de su propio carácter irónico. Es fácil prever que esta premeditada ironía, más allá de su apariencia y de sus vínculos con algún mal recuerdo, cumpla con, al menos, dos funciones. Por un lado, mediante el humor, pudiera quizás suavizar el inevitable exilio que tendrá lugar y por otro, ofrezca un espejo a cada artista donde poder reconocerse, desvistiéndose de prejuicios.
Efectivamente, en pocos meses, la mayor parte de estos/as estudiantes abandonará para siempre los espacios de la facultad, y con ello, a las personas que les han acompañado en esta parte de su historia. Aunque marcharse definitivamente haya sido deseable alguna vez, la experiencia real es que, incluso cuando no todas hayan sido buenas experiencias, sólo se recuerdan estas y sobre todo a sus protagonistas, que te acompañan en la memoria para siempre. Por eso, la sensación de estar acabando viene asociada a cierta nostalgia de futuro, que se dibuja ya en el paisaje más inmediato. Quizás este despido, pronunciado desde el cariño y el humor, sumado a la intensidad de la vivencia de este proyecto común, proporcionen otro capítulo de vida que guardar como favorito.
Pero aún no hemos enfrentado el aspecto más interesante de la cuestión. A LA CALLE! es fundamentalmente una iniciativa que pone en valor el camino antes que el destino. Pues la cima alcanzada, aunque parezca ser la exposición, es el reconocimiento del sí a través de la propia experiencia. De este modo, y siguiendo una estrategia que hace guiños tanto a la ironía como a la mayéutica socráticas, el verdadero objetivo tiene que ver con un descubrimiento. Siendo fieles a lo que la mayéutica nos muestra en su propio origen etimológico1, asistimos a un alumbramiento: reconocer que lo alcanzado es mucho más de lo que parece, pues no es el resultado final lo que nos indica su magnitud, sino el proceso-camino mediante el cual se ha logrado crecer.
Como hiciera Cavafis al héroe Odiseo, es posible alentar a nuestros/as graduados/as sólo situándoles ante el reto de poner en juego lo adquirido mediante una aventura que va a reclamar todos sus recursos, esos que quizás creen escasos o pobres; sólo así comprenderán qué significan las Ítacas:
Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas. 2
Una vez concluida la exposición quedarán las fotografías, quedará este catálogo, quedarán las obras; una vez que acabe el curso nuestros/as estudiantes obtendrán su título pero el verdadero hallazgo es el reconocimiento de que nunca habríamos llegado a nuestra Ítaca si no hubiéramos recorrido un largo camino. Es este camino la verdadera cumbre a alcanzar.
Las obras de A LA CALLE! 2018 nos observan desde sus breves, humildes lugares dentro del mundo extenso. Apenas parpadean dándose a luz a sí mismas y haciendo nacer quizás espejos para otros. Una secreta energía va de una a otra, recorre las estancias que se activan ante sus presencias e inaugura una dimensión irrepetible. Una vibración que comenzó en los pasillos de la facultad, en los primeros encuentros, en el dibujo común de un proyecto, entre los mensajes de whatsapp, en el aliento y el desaliento, y que habita por fin en las obras, y circula a través de ellas. La misma savia para un mismo organismo con más de un centenar de frutos distintos.
Volveremos a dejar los espacios como los encontramos. Retiraremos las peanas, los hilos que sujetaron los deseos de ingravidez, los puntos de luz, las cartelas…Cerraremos las puertas, pero no podremos dejar las salas vacías. Estas obras, como pequeños corazones, seguirán latiendo aun cuando ya no estén y sus ecos quedarán retenidos en las paredes y en nuestro recuerdo como breves fantasmas. Démosles la bienvenida.
Elizaberta López
1 Del gr. μαιευτικός maieutikós; propiamente 'perito en partos'; la forma f., de μαιευτική maieutikḗ;
propiamente 'técnica de asistir en los partos.
2 Cavafis, C. P. (1999) Antología poética. Madrid: Alianza Editorial.